La revolución 4.0 trae consigo grandes oportunidades y ventajas, como también importantes riesgos si no se sabe gestionar adecuadamente
Las ventajas de la tecnología
Gracias a la tecnología podemos ser mucho más productivos en nuestro día a día, no solo en el ámbito laboral, que por supuesto, también. A golpe de clic podemos hacer muchas cosas que antes nos exigían desplazamientos, como también podemos organizar actividades, enfrascarnos en aventuras con gente que no conocemos y multiplicar nuestras concexiones. Tenemos ante nosotros un mundo de posibilidades.
Nos rodean los datos. No solo porque nos hablan de la importancia de los mismos, y que nos insisten que hay algunas compañías que se nutren de eso, de vender datos. Tenemos la posibilidad de cuantificar muchísimas cosas, y al estar monitorizados podemos conocer con exactitud cuántos kilómetros corrimos el año anterior.
Tenemos automatismos, volvemos a pensar en que además de que cada tarea o proceso podemos hacerlo mejor resulta que podemos adelantarnos, programarlos, para que nos lleve aún menos tiempo.
Qué decir del conocimiento. Artículos, libros, cursos… un infinito de recursos ahí delante. Nunca fue tan fácil estar al día de aquello que atrae, saber cómo funciona cualquier cosa o cómo construir aquello que anhelamos a golpe de tutorial gratuito.
Todo lo anterior resulta en mayor tiempo libre. Podemos hacer cosas que antes no hacíamos, etcétera. Hasta ahora parece que todo son ventajas, ¿no?.
También existen riesgos
La tecnología va a su ritmo. Todos hemos visto películas donde visualizábamos coches voladores y robots. Algún prototipo de coche volador existe pero digamos que le queda un tiempo hasta que sea una realidad. Los robots podemos pensar en que son más cotidianos, pero no se parecen a los que se proyectaban, que eran humanoides. Más bien ahora tenemos elementos con formas extrañas que hacen cosas cada vez más increíbles. Son máquinas.
Quizá no se adelantaban con tanta claridad al concepto de redes sociales o de que aparecerían modelos totalmente nuevos de empresas que harían temblar sectores enteros. La tecnología va tan increíblemente deprisa que vamos viviendo los cambios sin digerir siquiera los anteriores, y eso nos hace pensar acerca de nosotros y nuestra situación personal. ¿Qué vamos a estar haciendo hacer dentro de 10 años?. No lo sabemos. Incluso cosas que eran algo seguro, como las pensiones, parece que se pueden tambalear porque nos llega información de todo tipo.
Hay corrientes sobre las que no podemos hacer nada. Otras, en cambio, y que tienen que ver con nosotros y los dispositivos, también nos pueden superar. Nuestros hijos pueden llegar a tener un problema con la pantallita, pero es que su forma de relacionarse con los demás muchas veces pasa por las pantallas. A ellos les supone un grandísimo problema, y temas como la tasa de suicidios en adolescentes ya lo son.
Nosotros también estamos secuestrados por los dispositivos. No es que no tengamos tiempo para desconectar, es que no sacamos tiempo para descansar. ¿Dedicamos todo ese tiempo a nuestra disposición para formarnos, para profundizar en los temas que nos interesan, para aprender? Seguramente, no.
El concepto de comunicación se ha visto modificado por completo. Conectamos mucho, enviamos muchos mensajes y fotos, pero quizá perdemos conversaciones íntimas, profundas. Hay un mundo digital y otro real, y el digital es a veces tan potente que tenemos dificultades sociales y de empatía.
¿Cómo navegar en esta situación?
Todos estamos expuestos a los terribles cambios que están sucediendo. El ser humano no sabe hacer otra cosa que adaptarse a las situaciones, pero esto en términos generales. Hemos de pensar en el individuo, y cualquiera puede tener épocas donde no sepas gestionar los aspectos negativos y puedas caer en estados negativos e incluso muy perjudiciales. Hemos de estar preparados, al menos.
En esta nueva etapa parece que existe unanimidad en que debemos desarrollar ciertas habilidades para conseguir ser versátiles y flexibles, fundamentalmente. Debemos empezar por el autoconocimiento, la capacidad de análisis para discriminar las fuentes con rigor, saber ponernos foco, límites, autoregularnos emocionalmente.
Aspectos como la imagen que proyectamos son cada vez más importantes, y todo lo relativo a nuestra relación con el entorno también. Saber escuchar, respetar, tolerar, cooperar, trabajar en equipo…
¿Cómo pueden las empresas ayudar a sus empleados?
Parece evidente que un aspecto fundamental es detectar esta situación. Detectar a nivel global, a nivel equipo y a nivel individual. Esta detección no es sencilla de realizar, y menos con los mecanismos tradicionales de encuestas.
Una vez detectado se trata de desarrollar las habilidades necesarias a nivel individual, y a nivel global poder tomar decisiones que traten de mejorar todo el aspecto emocional en la compañía. Tampoco es sencillo desarrollar competencias según los métodos tradicionales.
En For a Better World detectamos estos aspectos de una forma innovadora y desarrollamos las habilidades mediante una experiencia enriquecedora, y vinculando a tus mejores embajadores internos para que actúen de catalizador de la transformación que tus empleados necesitan.